Vera Szekeres-Varsa

Vera Szekeres-Varsa nació el año 1933 en Budapest. Fue la segunda hija de una familia judía asimilada, sin creencias religiosas y con vívidos sentimientos húngaros. En 1944, cuando los alemanes entraron en Hungría, su vida cambió para siempre.

Her story y fotos Breve resumen Texto completo

Entrevistador

Andor Mihály

Año de la entrevista

2007

Lugar de la entrevista

Budapest, Magyarország

Vera Szekeres-Varsa nació en Budapest en 1933. Era la segunda hija de una familia judía plenamente asimilada que, con el tiempo, había perdido sus vínculos con el judaísmo y construido sólidos sentimientos magiares. Los antepasados de su madre, Ilona Garai (Grünhut), residentes en diferentes áreas de la Hungría histórica, pertenecían a la rica clase media. Por otro lado, su padre, József Varsa (Weiss), era un abogado que, a pesar de proceder de una familia igualmente asimilada, había crecido en un hogar mucho más humilde. Los padres de Vera vivieron durante años en Budapest sin contraer matrimonio. Allí nacieron Vera y su hermana, cuya prematura muerte supuso el primer gran trauma en la vida de Vera. La abogacía proporcionó a la familia una vida holgada, disfrutando, entre otras cosas, del cuidado de una institutriz. Vera comenzó la escuela en 1939, que sería complementada con una rica educación familiar que le formó en música, poesía, deportes e idiomas extranjeros. Debido a que durante el transcurso de la IIGM el padre fue infectado de tuberculosis, Vera pasaría la mayor parte del tiempo al aire libre, convirtiéndose en "esa niña que siempre está sentada en el banco leyendo".

Hasta 1944, Vera no vivió ningún incidente antisemita. El 19 de marzo, sin embargo, todo cambió, el ejército alemán ocupa Hungría. Un mes después, el gobierno húngaro promulga una ley que excluía al padre de Vera del Colegio de Abogados. Comienza entonces la represión y deshumanización de los judíos húngaros, quienes se verán obligados a llevar la estrella amarilla. La familia de Vera tuvo que mudarse a un edificio designado exclusivamente para judíos. Era un lugar muy concurrido, pero los inquilinos se supieron organizar. Para sortear la persecución, la familia compró varias actas de bautismo que testificaban su origen cristiano. El nuevo nombre acuñado por Vera fue Veronika Vágner. Aunque en un primer momento estaba exento del trabajo esclavo debido a su enfermedad, durante el mes de octubre llamaron al padre de Vera para que se incorporase, pero, de nuevo, los esfuerzos coordinados de la familia lo salvaron. El 18 de octubre, los inquilinos del edificio fueron asaltados, detenidos y obligados a formar en filas para marchar a la orilla del Danubio, para luego ser ejecutados. Miembros de la Shomer (movimiento juvenil sionista laborista Hashomer Hatzair) disfrazados como líderes de la Cruz Flechada lo impidieron. A través de un pariente cristiano, los Varsa consiguieron las llaves de un apartamento vacío y seguro, donde acabaron instalándose. Allí sobrevivieron los últimos meses de guerra con relativa seguridad. Además, ¡el apellido de soltero del propietario del apartamento era Wágner! Aun así, a pesar de muchas coincidencias afortunadas, Vera, con apenas 12 años de edad, tuvo que soportar un sinfín de experiencias terribles.

Tras la liberación, Vera acudió a la escuela secundaria judía, donde se sintió incómoda porque "todos eran sionistas". Tras un breve período "anglómano", se entusiasmó con el comunismo y la revolución mundial. Decidió matricularse en una escuela de clara tendencia izquierdista, de la que pronto fue elegida secretaria local. Aquel mismo año se graduó con honores. Poco después se matricularía en el Instituto Ruso, una entidad recién instituida para reemplazar el Departamento Ruso de la universidad. Su vida como activista política se detuvo aquí, ya que se la consideraba menos valiosa que los cuadros obreros. Al término del año académico, se casó con su novio de adolescencia, Sándor Virág, quien pronto recibirá una oferta irrechazable para continuar sus estudios de medicina en la Unión Soviética. Para el nacimiento de Judith, su primera hija, en abril de 1953, el matrimonio se había enfriado debido a las largas ausencias de Sándor. Vera tirará hacia adelante sin él, viviendo en casa de su madre y ganando algo de dinero a través de clases particulares.

Durante su embarazo había construido una sólida amistad con György Konrád, quien acababa de ser expulsado del Instituto Ruso porque su padre lo empleaba en su tienda. Se casaron en 1954, vivieron juntos durante siete años y se ayudaron mutuamente a superar sus ideales comunistas. Vera no se involucró en la revolución de 1956; para entonces, la constante humillación que sufría debido a su origen burgués la había desanimado del todo de la política. En 1960, conoció al brillante intelectual educado en Francia, György Szekeres, a quien el movimiento comunista internacional había perseguido concienzudamente. Poco tiempo después comenzaron una vida juntos, pero conscientemente eligieron no vivir nunca en el mismo apartamento. György Szekeres murió en 1973, la madre de Vera en 1970.

Vera trabajaba como profesora de inglés de secundaria en uno de los colegios más prestigiosos de Budapest. Pronto, se inscribió en un curso de psicología. Se graduó en 1963, pero no dejó de aprender y en el 68 se matriculó en un curso de historia del arte. Su tercer esposo fue András Román, un distinguido curador, que murió en 2005. Luego, Vera enseñaría en la Academia de Drama y Cine, donde en 1978 se convertirá en profesora titular. Cuando comenzaron los movimientos que promulgaban un cambio de régimen, Vera se unió al partido liberal SZDSZ. Sirvió durante un tiempo como concejal municipal y fue presidenta del Comité Cultural. También, durante muchos años, fue presidenta de Amnistía Internacional en Hungría, cargo al que renunciaría en el año 2000. Crió a su hija prácticamente sola. Se convirtió en madre a una edad muy temprana, pero Judith, ahora una de las galeristas más respetadas del país, fue criada con el mismo espíritu cuidadoso que Vera. Judit se considera judía. Aunque Vera no la crió como tal, resaltó la necesidad de que las futuras generaciones conozcan el Holocausto y que la persecución de los seres humanos debe ser detenida por los medios más potentes.

 

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