Rosl Heilbrunner
Sobreviviendo al Holocausto con una nueva identidad: Durante los primeros años del Franquismo, a la sombra de la persecución de la Gestapo en suelo español, Rosl Heilbrunner, junto a su marido y sus hijos, intentaron salvarse utilizando una nueva identidad.
El 10 de mayo de 1912 nacía en Friburgo, capital de la Selva Negra, una niña rubia de ojos grises llamada Rosl Heilbrunner. Era la primogénita de un matrimonio formado por Eduard y Leni Heilbrunner, dos judíos alemanes plenamente asimilados que regentaban un negocio de venta y distribución de materias primas. Rosl vivirá una infancia feliz, rodeada y querida por los suyos. Años después recordará con una sonrisa en el rostro su paso por la escuela primaria, los viajes frecuentes a Feldberg, donde practicaría una de sus pasiones, el esquí, sus divertidas visitas a sus abuelos maternos, los Levi, residentes en Altdorf.
Tras completar sus estudios de secundaria en la Höhere Töchterschule, se matriculará en la prestigiosa Escuela de Comercio de Friburgo, donde cursará Secretariado Internacional. En 1930 se convierte en la asistente de Norbert Wolf, un prestigioso abogado que trabaja para la fiscalía de Friburgo. No le falta de nada, la vida le sonríe.
En enero de 1933, con el ascenso del nazismo al poder, sus esperanzas se desmoronan. En mayo se queda sin trabajo, su jefe, Norbert Wolf, judío como ella, ha sido despedido. Será entonces cuando, animada por sus padres, toma la decisión de trasladarse a España. Nunca más volverá a verlos.
Tras pasar por León y Madrid, a principios de 1935 se instala en Barcelona. Allí conocerá a quien será su futuro esposo, Kurt Sontheimer, un judío alemán establecido en la ciudad en 1929. Meses después, en julio de 1936, estalla la Guerra Civil Española, mientras eso ocurre la situación de los judíos de Friburgo se torna cada vez más complicada. A partir de 1938, una gran cantidad de leyes y ordenanzas comienzan a regular el robo de las propiedades judías, formando el marco legal del saqueo. Lina, desde Friburgo y vía carta, explica a Rosl que se han visto obligados a cerrar la empresa familiar.
El 26 de enero de 1939, las tropas franquistas irrumpen en Barcelona ocupando la ciudad e instaurando un nuevo régimen. Desde aquel momento los refugiados judíos que aún residían en la ciudad comienzan a sentir la presión. Vigilados por la policía franquista, la cual actuaba en colaboración de la Gestapo, tratarán de pasar desapercibidos. Muchos, la mayoría de ellos apátridas, serán detenidos y enviados a Campos de Concentración franquistas. Kurt será llamado dos veces para asistir al consulado alemán de Barcelona, no acudirá. Varios conocidos judíos serían deportados a la frontera tras acudir a la llamada.
El 11 de mayo, firmada por el ministro Gómez Jordana, se decreta la nueva Ley de Paso de Fronteras, cuya norma impedía el paso a los judíos que no contaran con un aval. En este contexto de suma incertidumbre, el 18 de agosto de 1939, conscientes de lo que se avecina y con el temor acuciante de ser detenidos y entregados a la Gestapo, los Heilbrunner iniciarán los trámites para convertirse al catolicismo. No fueron los únicos, como la suya, muchas familias judías, algunas de ellas reconocidas integrantes de la burguesía local, hicieron lo propio.
Poco más de un año después, el 23 de octubre de 1940, el mismo día que Franco se entrevistaba con Hitler en Hendaya, tendrá lugar la destrucción definitiva de la vida judía de Friburgo. Los últimos judíos residentes de la ciudad serán trasladados al campo de concentración de Gurs, al suroeste de Francia, entre ellos los padres de Rosl: Lina y Eduard. Desde entonces, la correspondencia epistolar entre Rosl y sus padres irá en aumento. El objetivo de Rosl, que no era otro que salvar a sus padres de las garras del nazismo, se torna en obsesión. Desde entonces centenares de cartas, desgarradoras e infructuosas, se acumulan en su domicilio de Barcelona.
Tras dos años de intentos fallidos, en 1942, los padres de Rosl serán deportados a Drancy y de Drancy a Auschwitz. Pocos años después, aún con el dolor presente, Kurt y Rosl tendrán su primer hijo, tres años más tarde, nacerá Dory Sontheimer, la segunda de sus hijos. Dory, criada en la España de Franco, no conocerá sus orígenes judíos hasta que cumpla los dieciocho años, cuando sus padres, aún con el miedo en el cuerpo, le informan de sus raíces. Pero no fue hasta el 2002, después de la muerte de Rosl, cuando Dory descubra en el desván del cuarto su madre el aterrador pasado de la familia.
Lo que encuentra es un detallado relato del sufrimiento por el que pasaron sus abuelos para escapar del régimen nazi. A su vez estaba descubriendo como sus padres habían cargado durante décadas una mochila invisible, pesada, repleta de miedo e impotencia, que hablaba de su pasado judío, un pasado que habían escondido para sobrevivir. Mientras Rosl cargaba esa historia sobre sus hombros, seguían viviendo, aferrada con uñas y dientes a su nueva identidad, jugaba al bridge con sus amigas, iba a misa los domingos, disfrutaba de las veladas musicales en el Palau de la Música y de los veranos en Sant Feliu de Guíxols. Años más tarde, cercana a su vejez, víctima de una demencia irreversible, aflorara aquel miedo, y con él, aquella identidad escondida.