Rosl Heilbrunner

Sobreviviendo al Holocausto con una nueva identidad: Durante los primeros años del Franquismo, a la sombra de la persecución de la Gestapo en suelo español, Rosl Heilbrunner, junto a su marido y sus hijos, intentaron salvarse utilizando una nueva identidad.

Her story y fotos Breve resumen Texto completo

Infancia / Friburgo / República de Weimar

Cuatro años antes de que diera comienzo la Primera Guerra Mundial, el 10 de mayo de 1912, nacía en Friburgo, capital de la Selva Negra, una niña rubia de ojos grises a la que sus padres llamaron Rosl Heilbrunner. Se trataba de la primera hija del matrimonio formado por Eduard y Lina Heilbrunner, dos judíos alemanes plenamente asimilados que regentaban un negocio de venta y distribución de materias primas. Diez años después, todavía arrastrando los efectos devastadores de la guerra, nacería Julius, el menor de los dos hermanos.

Eduard Heilbrunner, nacido en Sulzburg el 11 de mayo de 1876, era hijo de Israel y Rosa Heilbrunner, de soltera Weil. Mientras que Lina, nacida el 20 de marzo de 1883 en Altdorf, era hija de Abraham y Julie Levi, de soltera Blum. Ambos descendientes de judíos originarios del estado de Baden-Wurtemberg, ubicado al suroeste de Alemania, al este del río Rin. 

La casa familiar estaba situada en el segundo piso del número 40 de la Moltkestrasse, en el céntrico histórico de Friburgo, no demasiado lejos de la antigua sinagoga. Rosl pasará allí los primeros años de su vida, una infancia feliz y próspera que se teñirá de incertidumbre con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Treinta y seis judíos de Friburgo perderán la vida en el campo de batalla combatiendo por Alemania. Nathan Levi, tío de Rosl, hermano de su madre Lina, será uno de los pocos supervivientes. Al concluir la contienda, y tras una profunda crisis que afectará de lleno a la economía alemana, el 11 de agosto de 1919 entrará en vigor la recién instaurada constitución de la República de Weimar, Rosl tenía por entonces siete años. Los años de la República de Weimar significaron un profundo cambio en la vida de Friburgo, una realidad que contrastaba con la vida lúdica y ostentosa que había gozado durante la época del Imperio. Tras la firma a regañadientes del Tratado de Versalles, Friburgo, postrada en el desánimo, se enfrenta a unos años difícil, oscuros, dominados por la escasez de alimentos, la hiperinflación y el desempleo. En este contexto adverso, el negocio de los Heilbrunner se mantendrá milagrosamente a flote. A partir de la segunda mitad de los años 20, la economía de Friburgo se recuperará, produciéndose un imparable auge económico. Rosl recordará años más tarde aquella época con una sonrisa en el rostro, las amistades de la escuela que perdurarán en el tiempo, las excursiones por las montañas de la Selva Negra, sus paseos por Friburgo, sus habituales visitas a sus abuelos maternos, los Levi, residentes en Altdorf. A raíz de la crisis mundial de 1929, y las duras consecuencias que trajo consigo, la sociedad alemana vio cómo aumentaba el respaldo a los partidos extremistas, entre ellos el cada vez más numeroso movimiento nacionalsocialista. Aun así, Friburgo, de tradición socialdemócrata y liberal, se mantuvo durante un tiempo alejada de la fiebre nazi. A modo de ejemplo, en las elecciones de septiembre de 1930, el NSPAD tan sólo recibirá el apoyo del 14% de los votantes, manteniéndose en el poder Karl Bender, del partido Zentrum, quien ocupará el cargo hasta el 9 de abril de 1933, momento que será depuesto por los nazis. No obstante, los partidarios del NSPAD irán en aumento a lo largo de los primeros años de la década de los 30. De hecho, los nacionalsocialistas iniciarán una campaña de nazificación que afectará a todos los ámbitos de la vida social, inmiscuyéndose en las propuestas culturales y deportivas a través de la propaganda y la demagogia. Así fue como muchos vecinos, aparentemente tolerantes y moderados, acabaron sucumbiendo ante la falacia nazi. Un ejemplo lo encontramos en la puesta en escena de la celebración del 1 de mayo de 1932, cuando el NSDAP tomó las calles de la ciudad. También encontramos, sin embargo, ejemplos de resiliencia, como cuando durante la visita de Hitler al Estadio Mösle, en mismo año, los vecinos de Friburgo lo abuchearon.

Hasta entonces, la comunidad judía -consolidada y en aumento desde 1862 (decreto de la Ley de Emancipación)- había sorteado con cierto éxito las adversidades, entre ellas el auge del antisemitismo durante la Primera Guerra Mundial y el surgimiento del NSDAP en los primeros años de la República de Weimar. Estos hechos apenas tuvieron efecto directo en la vida de los judíos de Friburgo, muchos de los cuales estaban plenamente asimilados e integrados, entre ellos los Heilbrunner. Ejemplo de esta integración lo encontramos en la proliferación de asociaciones mixtas, integradas por judíos y cristianos, o los 301 estudiantes de origen judío que en 1930 estaban inscritos en la famosa Universidad de Friburgo. 

Los ciudadanos judíos de la ciudad se dedicaban principalmente a las actividades comerciales, de hecho, las tiendas más prestigiosas -Knopf, Lippmann, Modern y Wohlwert- estaban en manos de familias judías. Pero no sólo los encontramos dedicados al ámbito comercial, también ejerciendo como abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, dentistas, etc. Así pues, al menos hasta que el líder del NSDAP ocupase el cargo de canciller en enero de 1933, los Heilbrunner vivirán plácidamente, perfectamente integrados en la sociedad de Friburgo, gozando de una vida plena, sin necesidades ni agobios. Lo vemos en las fotos conservadas de aquella época, donde aparecen disfrutando de lo que les ofrece la vida: estancia en balnearios, práctica deportiva al aire libre, piscina, temporada de esquí en Feldberg, acuden a la variada oferta cultural que ofrece la ciudad, etc. Los Heilbrunner no se consideran a sí mismos religiosos, como mucho celebran las grandes fiestas (Pesaj, Yom Kippur, Purim, Hannukah, etc.). Los podríamos considerar uno de los tantos judíos alemanes ilustrados que proliferaban por aquella Alemania a punto de asomarse al precipicio.

En este contexto previo al desastre, años de libertad y tolerancia, la joven Rosl Heilbrunner, tras dejar atrás los estudios de primaria cursados en una escuela de niñas mixta y los de secundaria en la Höhere Töchterschule, se matriculará en la prestigiosa Escuela de Comercio con la intención de estudiar Secretariado Internacional. Será en 1930, al finalizar los estudios, con dieciocho años recién cumplidos, cuando ocupará el cargo de asistente del abogado Norberto Wolf, quien, por aquel entonces, trabajaba para la fiscalía de Friburgo. Durante aquellos tres años, de 1930 a 1933, Rosl vivirá una de las mejores épocas de su vida, exprimiéndola al máximo, construyendo un mundo a su antojo en el que todos sus sueños eran posibles. Sin embargo, aquel mundo perfecto se vino abajo cuando el 30 de enero de 1933, Adolf Hitler, líder del Partido Nazi, asuma el cargo de canciller. Apenas doce días antes de aquel trágico momento que cambiaría para siempre la historia de Europa, había tenido lugar en la ciudad de Friburgo una celebración que conmemoraba la fundación del Imperio Alemán. En el transcurso del evento el parlamentario nazi del Reichstag, Paul Schmitthenner, señalaría el camino que debía tomar Alemania para recuperar su grandeza: “utilizando la fuerza y eliminando las debilidades, reconciliando capital y trabajo”, había dicho. 

 

Ascenso del nazismo

En diciembre de 1932 residían en Friburgo 98.752 habitantes, 1.138 de los cuales eran judíos, alrededor del 1,2 por ciento del total. Apenas un mes después, con el ascenso al poder del Partido Nazi, la convivencia es ya algo del pasado, iniciándose un proceso sin posibilidad de retorno que marcaría a sangre y fuego a los enemigos del nuevo régimen: judíos, comunistas, anarquistas, homosexuales, liberales, etc. El 6 de marzo, por ejemplo, unos exaltados militantes del NSDAP izarán por la fuerza, y sin el consentimiento del alcalde, una bandera con la esvástica en la balconada del ayuntamiento. El líder del distrito del NSDAP y editor del periódico antisemita Der Alemanne, Franz Kerber, acompañado del SA Oberfuhrer, Hanns Ludin, vociferarán desde lo alto del balcón un discurso repleto de reclamos antisemitas. Cuatro días después, el 10 de marzo, el jefe del Comisionado del Reich para Baden, Robert Wagner, promulgará las primeras medidas para garantizar la seguridad y el orden en el estado, ordenando la prohibición de reunión a todos los militantes antifascistas y la custodia preventiva de sus líderes. Ese mismo día un tribunal de Friburgo condenará a un funcionario del SPD por el hecho de haber encontrado armas en la sede de su partido. El 17 de marzo, entre las 4 y las 5 de la madrugada, agentes de policía se personarán en el apartamento de Christian Daniel Nussbaum -diputado judío del SPD en el parlamento de Baden- para ejecutar la orden de custodia preventiva. Al no responder al llamado, la policía se verá obligada a forzar la puerta, será en ese momento, y según testificarían horas más tarde algunos de los agentes, cuando Nussbaum disparará contra ellos, alcanzando a dos e hiriéndoles de muerte. 

A finales de mes las SA iniciarán en Friburgo una campaña contra los grandes almacenes Wohlwerth, Ehape y Knopf, en manos de ciudadanos judíos. Se trata del preludio de la destrucción económica sistemática de las empresas judías de la ciudad. Días después, y de forma oficial, dará comienzo el boicot a las tiendas judías. Ese día, el fatídico 1 de abril de 1933, varios miles de manifestantes se concentrarán en Kaiserstrasse, principal vía comercial, exigiendo en voz alta que no se comprará en negocios judíos. Se inicia entonces el largo y determinante proceso de privación de derechos y el desplazamiento de los ciudadanos judíos de la vida económica y social. Al día siguiente, los periódicos locales de Friburgo publicarán listas con los nombres y direcciones de las tiendas que ya no debían ser visitadas, la de los Heilbrunner entre ellas. Ocho días más tarde, el alcalde Bender se verá obligado a dimitir tras una campaña de desprestigio orquestada por el Der Alemanne, periódico de la órbita nazi. Los comercios judíos estaban cada vez más expuestos a la persecución, y como resultado de ello estaban padeciendo una drástica caída en sus ventas. En este contexto se acelera el proceso de "arianización" de los servicios públicos, preludio de la exclusión de los ciudadanos judíos tras la promulgación de las leyes raciales de Nuremberg de 1935. Norbert Wolf, abogado que trabajaba para la fiscalía de Friburgo, perderá su puesto de trabajo, y con él, también el de su asistenta, Rosl Heilbrunner. Será durante estos meses difíciles cuando muchos judíos de Friburgo se verán, de un día para otros, excluidos de los clubes deportivos y culturales de la ciudad, el Club de Canto, el Club de la Selva Negra, la Gran Sociedad del Carnaval, el Sporthalle, erc. Tildados en la prensa como “indeseables”, comenzarán a sentir las consecuencias de aquella arbitraria discriminación. En este contexto, una Rosl Heilbrunner estigmatizada y desempleada, decide abandonar Alemania y pone rumbo a España, a León, donde trabajará como institutriz para una familia adinerada.   

 

1933: España (León, Madrid, Barcelona)

Según nos muestran las fotos que conserva la familia, Rosl se establecerá en León, España, en el mes de julio de 1933. Llegaba para trabajar como institutriz en el seno de una familia adinerada. No era la única, por aquella época era común encontrarse a jóvenes alemanas que huían de la persecución nazi ejerciendo como au pair en las mejores casas de la burguesía española. A Rosl la vemos veraneando con una familia leonesa -aún sin identificar- en la sierra de Pajares, quizás también en la costa, acompañando en muchas ocasiones a una niña llamada María Lucía. A partir de junio de 1934 la encontramos establecida en Madrid, puede que también ejerciendo como institutriz. Poco después la encontramos ya en Barcelona, el día 15 comienza a trabajar en los grandes almacenes SEPU, en el departamento de Export-Import. En las fotos que tenemos a nuestra disposición aparece elegante, con ropa moderna, muy alemana, posando en el Pueblo Español, en la Costa Brava, Blanes, Tossa de Mar, parece feliz, despreocupada, dispuesta a comerse el mundo. A menudo la vemos acompañando a una niña, Marianne Broggi, a quien presuponemos cuidó hasta que entró a trabajar en el SEPU. Será entonces, en aquella Barcelona republicana, abierta y llena de oportunidades, cuando conocerá a su futuro compañero de vida, Kurt Sontheimer, judeo-alemán originario de Nuremberg que se había establecido en Barcelona en 1929 junto a su hermana Dorel. Habían llegado a la ciudad con la intención de trabajar en la sucursal de la fábrica de porcelanas Lehmann, propiedad de la familia. 

Dory Sontheimer, hija de Rosl Heilbrunner y Kurt Sontheimer, nos habla de aquel incipiente romance:

“Después de aquel encuentro en Sant Pol, Kurt y Rosl decidieron conocerse. Daban largos paseos por las calles de Barcelona, aquella Barcelona de 1935, convulsa, difícil, republicana y aún laica. Tenían tiempo suficiente para comentar la situación que ellos particularmente, y sus extensas familias, estaban viviendo. En Friburgo muchos vecinos comenzaron a negar el saludo a los padres de mi madre. A Julius, el hermano pequeño de Rosl, con sólo trece años, le tocó soportar la humillación. Sé que mi madre nunca dejó de añorarlo. Años más tarde, cuando me percaté de la relación que existía entre ellos, me llamó la atención la actitud protectora de mi madre hacia su hermano pequeño, su único hermano. Así, fue transcurriendo aquel verano, y el sentimiento que unió los corazones de mis padres el día en que se conocieron, aquel hilo de algodón se iba poco a poco convirtiendo en una sólida madeja. En sus paseos conocieron el bar Alt Heidelberg muy próximo a la universidad [Ronda de la Universidad, 5; muy cercano a la Universidad de Barcelona], cerca de donde vivía Kurt y cerca de donde trabajaba Rosl. Acababa de inaugurarse. En pocos días terminó siendo su sitio de encuentro. Quizá debido al estilo bávaro con el que estaba decorado o tal vez por las especialidades alemanas que servían: kartoffelsalat, salchichas, choucrout y toda gama de cervezas. Así, durante semanas enteras, incluso meses, cada día Kurt llegaba al bar hacia las siete de la tarde, saludaba con afecto a Ramón, el camarero, ocupaba la misma mesa esperando a que, pocos minutos más tarde, llegara Rosl. Ramón miraba con cariño a aquella pareja de enamorados. Muchas veces he imaginado sus encuentros, sus conversaciones en las que debían aflorar sus incertidumbres. Incluso recuerdo vagamente cómo en alguna ocasión mi madre, seguramente en un descuido, se atrevió por un momento a mostrarme su pasado. Pero sólo un momento, porque inmediatamente después cerró las puertas de la confesión y desvió el tema a otros horizontes.”

               En los grandes almacenes SEPU [primeros grandes almacenes de la ciudad], coincidirá con otros refugiados alemanes, este es el caso, por ejemplo, de Isidor Auchsiger, un alemán de ascendencia judía que ejercía de escaparatista, o el de su hermano Salomon, que hacía de rotulista, o el joven Hans Theilacker, recién llegado a la ciudad, que trabajaba en el departamento de Administración. Estos refugiados, que habían llegado a España huyendo de las garras del nazismo, no se podían imaginar que, en España, aparentemente a salvo de aquella persecución, serían testigos del acoso de grupos falangistas, que, como en Alemania, pusieron el punto de mira en los negocios judíos. 

               Mientras tenía lugar el boicot a los negocios judíos, alimentada desde el altavoz que ofrecía la prensa reaccionaria española, Rosl y Kurt se dejaban llevar por la ilusión del enamoramiento: dan excursiones por Collserola, paseos por las playas de la costa de Barcelona, Caldetes, Sant Pol de Mar, Masnou, etc., acuden al cine, al teatro, al Palacio de la Música, solos y acompañados por nuevas amistades. Se les ve muy felices en las fotos, jóvenes y radiantes, lejos de las amenazas que les rodean, incluso hablan ya de boda. Sin embargo, a pesar del poder irrefrenable de aquel enamoramiento fugaz, no pueden evitar sentir preocupación por todo aquello que está ocurriendo en Alemania. 

               

Dory:   

“En otoño de 1935, supongo que debido al ambiente reflexivo al que invitan las hojas caídas y los cielos grises como los ojos de Rosl, ésta le propuso a Kurt comunicar a sus respectivas familias sus intenciones de boda. Quería que se conocieran y quizá que pudieran pasar juntos las próximas vacaciones de fin de año. Pero él conocía a través de la prensa la situación que se estaba viviendo en Alemania, y sabía que aquello, sumado a la inestabilidad política de España, provocaba que el deseo de Rosl fuera imposible; y si no imposible, sí muy complicado.”

 

En este contexto, el 15 de septiembre de 1935, durante el séptimo congreso anual del NSDAP, el régimen nazi promulga por unanimidad Las Leyes de Núremberg, leyes de carácter racista y antisemita que supusieron la legalización de la discriminación y persecución de la comunidad judía en Alemania.​ Meses después, el 7 de marzo de 1936, Hitler repudiaba el acuerdo firmado en el Tratado de Versalles y ordenaba a sus fuerzas armadas que ingresaran en la desmilitarizada región del Rin. La acción será condenada por Gran Bretaña y Francia, pero ninguna de las dos potencias se atreverá a intervenir. Este hecho produjo una ola de euforia en Friburgo, contribuyendo a la aceptación del régimen nazi en la ciudad y aumentando el número de adeptos, arrinconando aún más a la población judía. 

 

Guerra Civil Española

El 18 de julio de 1936 se produce un Golpe Militar en España con la intención subvertir el orden constitucional de la Segunda República. El golpe fracasa, dando comienzo a una cruenta guerra civil que durará tres años. 

 

Dory:

“Al llegar a casa de Kurt [el 18 de julio de 1936], encontraron a Dorel [hermana de Kurt que residía con él en Barcelona], que también había oído la noticia. Se derrumbaron en el sofá sintiendo el enorme peso del destino sobre sus hombros. Quizá lo más sensato sería adelantar la boda, Kurt ya era ciudadano español y, al casarse, Rosl conseguiría también la nacionalidad. Se sintieron solos. Juntos pero solos, aplastados por la incertidumbre, ajenos, una vez más perseguidos. Kurt miró el calendario: era el 18 de julio de 1936. No lo olvidaría nunca […]. Será entonces, en plena guerra, cuando Rosl y Kurt comiencen los preparativos de la boda. Dorel les había comunicado que quería irse a vivir con tía Ella (la hermana de su abuelo) a Tel-Aviv. Ella, ya viuda de Max Lehmann, y su hija Edith junto con su marido y el bebé, se habían instalado en Tel-Aviv en la primavera de 1933.  Existían varios motivos por los que Dorel quería marchar de España: preveía que España sería fascista; necesitaba un cambio, había roto con su pareja pocos meses antes; y veía muy consolidada la pareja de Kurt y Rosl. El comunicado de Dorel hizo aumentar los deseos de boda por parte de Kurt y Rosl. La decisión estaba tomada.”

 

Durante aquellos días inciertos Rosl y Kurt deciden irse a vivir juntos, encuentran un nuevo apartamento en una finca regia situada en el número 476 de la calle Muntaner, en la zona alta.

Dory: 

“Necesitaban un espacio propio y, cuando uno de sus mejores amigos comentó que había un piso muy cerca de donde ellos vivían, se decidieron. La dirección: Muntaner, 476. Una finca regia. Trasladarían los muebles que habían traído de Alemania. El piso era pequeño pero muy luminoso. La luz que necesitaban para aplacar las oscuridades de su alma. Pero a pesar de la proximidad de la boda y de la ilusión del nuevo piso, en el pecho de Rosl, al lado del hilo de algodón que había sembrado Kurt, se instaló una tristeza que hacía que viera a los suyos en los demás. Todo la llevaba a su casa, a su infancia, a su tierra. El sombrero de algún transeúnte, la comida del Heidelberg, el olor de las calles. Todo la llevaba a su hogar. Lo añoraba todo. Su hermano, Julius, volvía a su cabeza una y otra vez. Su madre albergaba la esperanza de poder enviarlo a EE.UU. para alejarlo de aquel aire irrespirable. Y el solo hecho de imaginarlo a él, también fuera de la casa materna, acrecentaba todavía más su soledad. Sin embargo, superaba esos momentos de angustioso ensimismamiento a fuerza de ilusión, siempre había pensado cómo sería su boda, había soñado con su vestido, la ceremonia, las flores, el menú... pero la realidad poco se parecía a sus sueños.”

 

El 31 de diciembre de 1936, poco más de seis meses después del comienzo de la guerra, Rosl y Kurt contraerán matrimonio en Barcelona. 

 

Dory:

“La fecha de la boda se fijó para finales de 1936, y ya que ni Kurt ni Rosl podían visitar a sus respectivas familias, los padres de Kurt viajaron desde Nuremberg hasta Friburgo para conocer a la familia de Rosl. Entre ellos se creó una amistad y una relación de ayuda mutua. Como muchos otros, mis abuelos, ante una situación tan irreal como la que estaban viviendo, todavía pensaban que se trataba de algo pasajero, y que todo volvería a la normalidad. De momento, habían puesto a salvo a sus hijos, pero empezaban a intuir que quizá ellos también deberían acabar saliendo de aquella ratonera en que se estaba convirtiendo su país.”

 

Nueve días antes de que se produjera el enlace, Lina Heilbrunner, madre de Rosl, escribirá una carta a la pareja desde Friburgo:

“Friburgo, 22 de diciembre de 1936

Queridos Kurt y Rosl:

¡Muchísimas felicidades! ¡Qué ilusión y qué tristeza! No he podido evitar las lágrimas pensando en vosotros. Tengo tantas ganas de veros. Fue para mí una gran ilusión poder estar con tus padres aquí, Kurt. Fue un encuentro entrañable. No hemos podido hacer una gran fiesta. Les preparé unos pasteles que pudimos servir con tés o cafés. Rosl, te estoy preparando lo que puedo del ajuar. Como había muchas sábanas en casa, estoy bordando vuestras iniciales, y yo creo que podré tener dos juegos. Con las mantelerías haré lo mismo. Hay tres mantelerías que tengo guardadas. Lo haré con hilo blanco. Te servirá con todo y es del que tengo más. Ojalá te las podamos llevar nosotros o que vosotros pudierais venir a buscarlas aquí. Julius está emocionadísimo con vuestra boda y sólo habla de las ganas que tiene de ir a España a conocerte, Kurt. Yo hoy sólo quiero desearos felicidad y mucho amor. Vuestra madre, Lina.”

A pesar de todo los inconvenientes que conlleva una guerra, sumado al hecho de que el negocio familiar, la fábrica Lehmann, fuera colectivizado por orden del Comité de Milicias, las principales preocupaciones de Kurt y Rosl venían de Alemania.

 

Dory:

“El primer año de casados de mis padres no fue un año precisamente tranquilo. En 1937 Alemania saboreaba el triunfo de las Olimpiadas, y su Gobierno se preparaba para poner en marcha toda su estrategia en medio de una calma aparente. Fue un año de intensa preparación tanto diplomática como militar. Empezaba la tragedia de Europa. La guerra civil española había dejado las manos libres a Hitler para poder llevar a cabo sus planes. Aun así, para Kurt y Rosl, a pesar de la guerra iniciada en España, a pesar de las circunstancias en Alemania, a pesar de todo, 1937 fue un año de paz. La aventura de la vida en común había empezado. Y de momento iban capeando juntos los obstáculos que se presentaban.”

A finales de 1937, alrededor del 80% de los más de 200 empresas de propiedad judía establecidas en Friburgo se habían vendido o disuelto. Este proceso del todo irreversible será promovido por el propio el Ministerio de Finanzas y Economía de Baden, que se involucró en las negociaciones sobre la venta de las empresas judías. 

 

Carta escrita por Lina:

“Friburgo, 20 de agosto de 1938

Queridos hijos, 

“[…] Aquí la vida sigue con dificultades. La empresa está prácticamente muerta, y nos veremos obligados a liquidarla o venderla. Debido a los balances de este año, con estos impuestos que nos han hecho pagar, nos van a dar un valor simbólico para justificar el traspaso, que tendremos que utilizar si conseguimos el visado para Julius. Tío Gustav desde NY [Nueva York] está haciendo todo lo posible. Ya sabes que el cupo es reducidísimo, pero creo que lo conseguiremos. Estamos totalmente concentrados en este tema. Nuestros visados, veo que serán imposibles de obtener. Si Julius consigue ir a América, quizá él desde allí podrá hacer algo más. Pero estoy asustada, porque es muy joven, y solo en este país con toda la libertad y sin nadie que pueda asesorarle ni aconsejarle... Bueno, estará tío Gustav, pero...

¿Habéis leído el nuevo decreto? Esto es una auténtica locura.

Este mes de agosto nos hemos reunido varias veces con la familia. Estos encuentros fortalecen nuestros ánimos, y conseguimos apoyarnos unos a otros. Bueno, hija, escribe pronto. Dime cómo está Kurt y saluda a tus suegros de nuestra parte.

Recibe un gran beso,

Tu madre,

Lina (a partir de ahora Lina Sara)"

 

Cuando Lina preguntaba en la carta si habían leído el nuevo decreto, es muy probable que se estuviera refiriendo a una ordenanza que anunciaba una Ley de Cambio de Apellidos y Nombre de pila, firmada tres días antes, el 17 de agosto, que obligaba a todos los judíos a adoptar los nombres de Sara, para las mujeres, e Israel, para los hombres. A partir de aquel momento, los padres de Rosl serían ante las autoridades alemanes, Eduard Israel y Lina Sara.

Mientras en Alemania se iba afianzado el apartheid en Barcelona Rosl vive con preocupación el hecho de que Kurt sufra una infección repentina, diagnosticado de Tifus será ingresado en un hospital. El 23 de septiembre de 1938, desde Olot, Rosl le escribirá un poema en su honor, lo titulará “Gitanos”:

“Para tus 31 cumpleaños

Con los años, podrás explicar

que las cosas no son tan fáciles en la vida

y que para tu 31 cumpleaños

estabas en el hospital.

Los médicos te han diagnosticado Tifus,

Y te han dado medicinas con suficiente fuerza,

Poco después, no estaban tan seguros del diagnóstico.

Algunos decían que era malaria

Debido a que la temperatura era tan alta

Si Dios quiere pronto lo podrás contar.

De tu amada, el deseo era de celebrar juntos

Tu cumpleaños de la mejor manera

Te quería cocinar un pastel de cumpleaños y

Otros platos deliciosos

Pero ahora el que está contigo es el Dr. Mora

Que es el que te cuida.

Ni tan sólo podemos celebra una comida de cumpleaños

Con una mesa preparada especialmente para ti y algún

Regalo especial.

Me he roto la cabeza pensando en que regalo

Te podría hacer ilusión,

y esta vez he confiado en los cigarrillos Gitanos.

En este nido no encuentro nada suficientemente

Atractivo para mi marido.

Además me gustaría que fuera

Algo bonito que no pueda transportar bacilos de tifus

A nuestra casa

Aquí el aire ha de ser puro, está prohibida la entrada a pestes.

Espero que esto dure poco

Y que pronto puedas estar en casa.

Entonces lo celebraremos

Cuando ya estés curado.

Iremos a Roca a buscarte una prenda de lana

bien bonita con la que te puedas

sentar en la oficina sin tener frío

y calcular cifras, calcular…..

Este será el regalo de cumpleaños de mi Kurt

Tu amor te trae

los Gitanos,

Tip top para que este día sea

Algo diferente de los otros.

Te he comprado un libro y espero

Que te haga ilusión

Y con una gorra catalana

Te he confeccionado

Un punto de libro con

Una banda roja.

Mi querido Kurt

Mis mejores deseos acompañados

100000000000 de veces.

Mi objetivo en la vida es vivir solo contigo

Y hacerte feliz

Esto ya lo sabes

Vivir contigo en paz y tranquilidad

Lo que hoy no puede ser,

Pero espero tenerte pronto en casa

Tu amada que sólo a ti te pertenece”

 

Dos meses después, como en tantos otros lugares de Alemania, la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, la sinagoga de Friburgo será víctima de la cólera nazi, quedando reducida a cenizas. Aquella misma noche, 137 varones judíos fueron arrestados, muchos brutalmente maltratados y luego llevados a prisión. De allí, el 10 de noviembre, fueron trasladados al campo de concentración de Dachau, donde fueron humillados durante semanas y meses. Esa misma mañana, los empleados de la comunidad judía, el rabino Dr. Scheuermann, el cantor Ziegler y el presidente del consejo de la sinagoga, Loeb David Maier, fueron levantados de la cama y obligados a presenciar la destrucción de la sinagoga.

Tras el pogromo los lideres nazis intensificaron los esfuerzos de "arianizacion" y reforzaron las medidas para aislar físicamente y segregar a los judíos de sus compatriotas alemanes. Se les prohibió asistir a las escuelas y universidades públicas, así como a cines, teatros y centros deportivos. Decretos y ordenanzas continuaron expandiendo las limitaciones de los judíos en su vida profesional. A partir del 12 de noviembre de 1938, la “Ordenanza sobre la Eliminación (de los judíos) de la Vida Económica” y la “Tercera Ordenanza sobre el Uso de la Propiedad Judía” formaron el marco legal base para el saqueo de la propiedad judía.

Ese mismo día, Lina escribirá una carta a su hija Rosl relatando lo sucedido:

"[…]Los hechos del miércoles por la noche y el miércoles por la mañana difícilmente pueden expresarse con palabras. [...] Fue horrible. Una noche de terror [...] Gracias a Dios no irrumpieron en nuestra casa. [...] Casi nunca salimos de casa. La empresa está cerrada. Nuestra situación financiera es muy mala [...]”

La "arianización" de la propiedad judía no tenía freno. A modo de ejemplo, un decreto firmado el 21 de febrero de 1939 obliga a los judíos a vender objetos de oro, plata y platino, piedras preciosas, perlas, que estuvieran en su posesión; la casa de empeño municipal de Friburgo aceptó los objetos. Aquellos que se negaron enfrentaron severas sanciones. 

Un mes antes, el 26 de enero de 1939, las tropas franquistas irrumpen en Barcelona ocupando la ciudad e instaurando un nuevo régimen. Desde aquel momento los refugiados judíos que aún residían en la ciudad comienzan a sentir la presión. Vigilados por la policía franquista, la cual actuaba en colaboración de la Gestapo, tratarán de pasar desapercibidos. Muchos, la mayoría de ellos apátridas, serán detenidos y enviados a Campos de Concentración franquistas. Kurt fue llamado dos veces para asistir al consulado alemán de Barcelona, no acudió, varios conocidos judíos serían deportados a la frontera tras acudir a la llamada. En este contexto de suma adversidad, Max Sontheimer, padre de Kurt, socio mayoritario de Lemanos, S. A., la filial de la fábrica Lehmann en Barcelona, es apartado del consejo de administración de la empresa por un socio minoritario, el alemán Óscar Stettiner, quien, amparándose en el apoyo del nuevo régimen, acaba asumiendo el control de la sociedad. El 11 de mayo, firmada por el ministro Gómez Jordana, se decreta la nueva Ley de Paso de Fronteras, cuya norma impedía el paso a los judíos que no contaran con un aval. El 18 de agosto de 1939, conscientes de lo que se avecina y con el temor acuciante de ser detenidos y entregados a la Gestapo, los Sontheimer iniciarán los trámites para convertirse al catolicismo. No fueron los únicos, como la suya, muchas familias judías, algunas de ellas reconocidas integrantes de la burguesía local, hicieron lo propio.

Apenas catorce días después, el 1 de septiembre de 1939, dará comienzo la IIGM, el mundo se hundía bajos sus pies.

Dory:

“En abril, a Julius le conceden el visado para ir a Estados Unidos Aún no había cumplido 18 años. Para sus padres, Lina y Eduard, fue una esperanza ver que podían sacarle de aquel ambiente y una gran tristeza verle marchar. Rosl se convirtió en el refugio de los sentimientos que expresaban unos y otros. Para Julius empezaba una nueva etapa y Lina y Eduard habían conseguido su objetivo: salvar a sus hijos.” 

A finales de 1939, tras haberles sido arrebata Lemanos, S.A., sin medios de vida, Kurt fundará un nuevo negocio, La Casa Pyton, dedicada a la exportación e importación de pieles y curtidos. Rosl trabajará durante años como secretaria de Kurt, dedicándose a una faceta que controlaba a la perfección: el comercio internacional. Con amplias aptitudes para la comunicación, liderará durante años el departamento comercial de la sociedad.     

 

II GM / Salvar a la familia 

 

Dory:

“Barcelona, 1940. Ya no había guerra [Guerra Civil Española], pero tampoco había paz. Al menos en los corazones de Kurt y Rosl, que cargaban en sus hombros con toda la angustia y la preocupación por su familia. A pesar de todo, seguían luchando por su incipiente empresa [Casa Pitón]. Mi madre, desde que había dejado de trabajar en los almacenes SEPU, volcaba todo su esfuerzo ayudando a mi padre en el despacho mientras él daba la vuelta a España en busca de representaciones. Para Kurt, quizá inconscientemente, era una manera de huir: viajar, alejarse, trasladarse de un lugar a otro, dejar de estar donde estás para estar en otro lugar. Pero dejar atrás aquella realidad era imposible. Ni cambiándose de ciudad, ni cambiándose de nombre, ni cambiándose de religión, ni cambiándose de identidad lo conseguiría.”

 

El 25 de abril de 1940, sumida en una profunda angustia, deseosa de abandonar como fuera Alemania, Lina escribía una carta a Rosl y Kurt, explicándoles su lucha para conseguir unos visados que nunca llegaban:

“Hemos pedido los visados, pero la contestación es negativa hasta que no tengamos los pasaportes. Todo va muy lento. Bueno, seguro que Conrado [Kurt] debe de estar de viaje y seguro que tendrá suerte. Le mandamos sellos para su colección y cuando tengamos ocasión de tener más de algunos amigos los enviaremos. Se me pasan tantas cosas por la cabeza, pienso en tantas cosas, y también pienso que a vosotros no os debe ser nada fácil, pero lo importante es tener salud. Miles de besos.

Vuestra madre,

Lina.”

En el verano de 1940, Rosl y Kurt se mudan de piso, instalándose en el número 250 de la misma calle Muntaner. 

Dory:

“El verano de 1940 entraba con fuerza. Kurt y Rosl, ya en su nuevo piso, se sentaban en el balcón aquellas noches en que la brisa del mar templaba el calor que caía sobre la ciudad. Kurt debía consolar a su esposa, ya que sus suegros no habían conseguido ni tan sólo el visado. Ni siquiera el pasaporte degradante con la J. Seguían intentándolo con constancia, pero siempre recibían la misma respuesta: no. […] El 9 de septiembre de 1939 un suceso hace tambalear la fortaleza de Kurt y Rosl , Mussolini decide bombardear la ciudad de Tel Aviv, y en el bombardeo mueren Dorel y tía Ella. La noticia les deja completamente derrotados. No comunican nada a los padres de Kurt, que había obtenido por fin el pasaporte y el visado para instalarse en Cuba. Consiguen un billete de avión de Stuttgart a Madrid para el 23 de octubre y deciden comunicarles la noticia aquí. Ahora les queda la tarea de buscar el visado transitorio para quedarse en España.”

El 23 de octubre de 1940, como parte de la llamada Acción Wagner-Bürckel, tendrá lugar la destrucción definitiva de la vida judía en Friburgo. Los últimos judíos residentes de la ciudad fueron trasladados al campo de concentración de Gurs, al suroeste de Francia. Un día después, el mismo día que Franco se entrevistaba con Hitler en Hendaya, la prensa internacional se hacía eco de lo acontecido:

“Neu Züricher Zeitung

23 de octubre de 1940

Tal como nos ha comunicado la United Press, se han agrupado a 9.000 judíos de la zona de Baden y de Platz, y se los ha trasladado. Parece ser que los han llevado a la zona sur de Francia no ocupada. Muchos de ellos han sido transportados en trenes franceses pasando por Mülhaus hasta la zona de Alsacia. A muchos de estos judíos se les comunicó el lunes por la noche que el martes por la mañana tenían que abandonar sus hogares llevando un máximo de cincuenta kilogramos por persona y cien marcos. En Mülhaus ocurrió lo mismo. En otras poblaciones, como Baden, se ha recogido a los judíos dándoles 20 minutos de tiempo para preparar su partida.”

Cuatro días después, Rosl y Kurt recibirán las primeras noticias de los suyos a modo de telegrama:

“Fecha: 27 de octubre de 1940

Para: Conrado y Rosita Sontheimer Muntaner, 250 - Barcelona

Remitente: Lina Heilbruner. Francia.

TODA LA FAMILIA AQUÍ DESDE AYER. DEPORTADA AL CAMPO DE GURS. PIRINEOS BASE ISLOTE M. BARRACÓN 16. ENVIAR URGENTE ROPA CALIENTE, ZAPATILLAS CALIENTES Y VÍVERES. ESTAMOS ABUELO, TÍO NATHAN, TÍO ARON CON TÍA BERTHA Y TÍO LEOPOLD CON TÍA CLÄRLE. COMUNICAR URGENTE A ARGENTINA.”

               Dos días después, Lina escribía desde el Barracón número 16:

“Gurs, 29 de octubre de 1940

Conrado [Kurt] y Rosl Sontheimer

Muntaner, 250

Barcelona

Queridos niños:

Supongo que os debéis haber quedado sorprendidísimos del telegrama y todavía no sois conscientes de los cambios producidos. El 23 de octubre en pocas horas vino la orden de que debíamos dejar nuestras viviendas, y nos os podéis imaginar lo que esto significó. Sólo nos dejaban llevar lo más necesario, pero con toda la excitación ni siquiera lo hemos cogido. El miércoles por la noche a las diez nos transportaron en un tren especial sin saber adónde. Nos tranquilizamos al ver que íbamos hacia el Sur. Como viajamos durante dos días y dos noches, pensamos que era a un lugar no ocupado. Sobre las diez de la mañana del sábado llegamos aquí todos constipadísimos. Nos recogieron en la estación. Un frío horrible. No había calefacción en ningún lado. En la estación fuimos separados. Los hombres por un lado y las mujeres por otro. Por lo que hasta ahora no sé nada de vuestro padre, del abuelo, de tío Nathan, de tío Leopold y de tío Aaron. Tía Bertha está cerca y me ha podido ir comunicando algunas cosas durante es tos últimos días. En total, estamos aquí ocho miembros de la familia. Estoy con fiebre en este barracón, sobre un petate de paja donde con suerte tengo que curarme. Nuestro querido Dios nos ayudará y espero que haga un milagro mientras estemos transitando por estos lugares. En el telegrama os he pedido zapatillas calientes porque con las prisas no las he cogido, necesitaría también un par de medias de lana calientes, papel de escribir, algo de mantequilla y sobre todo ayuda para sacarnos de aquí. Sólo nos hemos podido llevar cien marcos y una maleta por persona. El resto del dinero en efectivo nos obligaron a dejarlo encima de la mesa. Los marcos nos los han cambiado a francos y nos instan para que compremos cosas, con lo que el poco dinero que tenemos desparecerá enseguida. Por las mañanas nos dan un café negro, al mediodía un plato de sopa y por la noche otro plato de sopa. Un trozo de pan para todo el día. A las personas mayores nos niegan hasta eso, no sé qué fortaleza voy a tener para aguantar. Lo peor es que no hay calefacción en los barracones, y hace mucho frío, más frío que en Alemania. Además, sólo me pasa por la cabeza la tragedia de lo que ha pasado con tu querida hermana [Dorel], Kurt. No me lo puedo ni creer. Por favor, nuestro más profundo pésame, aunque estemos separados. No sé si vuestros padres habrán podido llegar. Sólo deseo verlos pronto.

Rosl, por favor, escribe a Julius. Desde el 14 de septiembre que no tengo noticias de él.

Por favor, intentad enviarnos lo pedido.

Vuestra madre, Lina”

 

Dory:

“Y así fueron pasando estos duros días de octubre, noviembre y diciembre. El torbellino de hojas muertas sobre las calles de Barcelona, se asemejaba al torbellino en la cabeza de Rosl. Mientras iban mandando paquetes a Gurs, entre los que les ponían también dinero, algún pequeño ahorro. Max y Rosa colaboraron mano a mano preparando los envíos. Seleccionaban los alimentos que era posible enviar. Buscaban la ropa que pensaban que les podía ser útil. Ofrecían lo poco que tenían por si podía servir de ayuda a los padres de Rosl. Rosa le dio con cariño a su nuera aquella chaqueta de punto marrón que Lina le había regalado, cuando se conocieron, dentro de un paquete. Todo parecía poco. Max ayudaba a su hijo en todo lo que podía en su incipiente empresa. La vida seguía y la ayuda mutua era vital. No podían hundirse. Lina y Eduard, conocedores de que Max y Rosa habían podido llegar a España, se fueron también tranquilizando. Tal como decía Lina, saber que sus hijos desde España, y Julius desde Nueva York estaban haciendo todo lo posible, daba sentido a sus vidas.”

 

El 20 de marzo de 1941 Lina informará a la familia que habían sido trasladados al Campo de Récébédou:

“Para: Conrado [Kurt] Sontheimer, Barcelona

Remitente: Lina Heilbruner, Francia.

TODA LA FAMILIA TRASLADADA A CAMP DE RÉCÉBÉDOU. PAVILLON 77.PAR PORTET LA GARONNE. HAUTE GARONNE. PRÊS DE TOULOUSE.”

 

Diez días después, el día 30, les escribirá una carta desde el campo:

“Camp de Récébédou, 30 de marzo de 1941

Queridos,

Nos han trasladado a toda la familia al Camp de Récébédou. Justo antes de trasladarnos, habíamos recibido el telegrama de Julius donde nos decía q había obtenido los affidavits para nosotros, para ir a EE.UU. No os podéis imaginar la ilusión que tuvimos. Aquí las condiciones son mucho mejores que en Gurs. Los barracones son de ladrillo. No hay ratas como había en Gurs, y por lo menos hay retretes. Hace menos frío. Los hombres están separados de las mujeres. Yo sigo con Tante Berta y Tante Clärle. Al abuelo Abraham también lo han trasladado, y dicen que, con sus noventa y siete años, es el hombre mayor de tode el campo. Quieren llevarlo a un asilo de ancianos. Yo creo que estaría mucho mejor en el asilo. Estamos a diez kilómetros de Toulouse, cerca de donde vive la familia Wertheimer. Hemos podido contactar con ellos, y han dicho que vendrán a vernos este próximo domingo. Días antes, habíamos recibido la carta de Argentina sobre la muerte de mi hermana, Tante Mathilde. Sabéis que estaba muy enferma. Dios la mantenga en su gloria. Por lo menos ha podido morir con dignidad y rodeada de todos los suyos.

Hemos recibido los paquetes 79, 80 y 81. Por favor, no enviéis más, de momento. Nosotros somos los que recibimos más. Todo lo que mandáis lo repartimos entre la familia. Si la lata de sardinas es de ocho unidades, por ejemplo, una para cada uno. Con respecto al affidavit: ahora que lo tenemos, debemos conseguir el pasaporte y los visados de salida. Vamos a consultar con personas que saben qué es lo que tenemos que hacer. Los papeles tienen que salir del Consulado americano, que está en Marsella. Pero ya me han dicho que en Marsella hay miles de personas esperando conseguir billetes de barco. Sería mejor poder salir desde España. Así que sepa algo más de los papeles os digo alguna cosa.

Un beso muy, muy fuerte, esperando recibir pronto noticias vuestras.

Vuestra madre,

Lina.”

 

Dory:

“Desde Récébédou, Eduard y Lina llevaron una actividad intensísima gestionando el affidavit que había conseguido Julius, indispensable para poder obtener el pasaporte y el visado. Desde su llegada a América, en el año 1939, la obsesión de Julius era poder sacar a sus padres de Alemania y trasladarlos consigo.”

 

El 20 de mayo de 1941 Lina envía otro telegrama:

“Para: Conrado [Kurt] Sontheimer, Barcelona.

Remitente: Lina Heilbruner, Récébédou

RECIBIDA HOY CITA PARA MAYO O JUNIO EN EL CONSULADO AMERICANO DE MARSELLA. NOS TRASLADAMOS PADRE Y YO.”

Dory:

“En la Francia no ocupada por los alemanes, la policía les permitía desplazarse para poder solucionar sus trámites. Todos los papeles de salida tenían que ser expedidos por el Consulado americano. Para abandonar Francia, les tenían que extender los visados y posteriormente tenían que obtener los pasaportes de salida […]. La entrada a Marsella fue chocante. Llegaron con las dos maletas donde Eduard guardaba su traje para cuando llegara a América, y Lina su abrigo para Barcelona. Lina. en una carta, lo describe así: «Esto es un hervidero de personas». Las calles estaban plagadas de refugiados. La ciudad abarrotada. Más de trescientas mil personas deambulaban absortas, consternadas, buscando su propia salida. Todos luchaban por lo mismo, aunque sabían que los visados eran limitados y que sólo unos pocos conseguirían salir, huir, sobrevivir. Todos con trámites iniciados, con familias que los estaban reclamando desde el exterior. Allí los alojaron también por separado. A Eduard en un campo de concentración situado en el departamento de Bouches du Rhône, llamado Camp de Les Milles, una antigua fábrica de tejas que desde 1939 había sido convertida en un campo de internamiento y que, a partir de julio de 1940, fue utilizado como campo de tránsito para refugia- dos judíos que podían emigrar con la ayuda de organizaciones internacionales. A Lina la alojaron con las mujeres y los niños, en el Hotel Atlantique, en la rue Mazanod.”

Desgraciadamente no hubo manera de conseguir los visados. El 17 de junio, cuando Lina debería haber estado en la cubierta del barco, seguía tramitando los papales. Lo confirmaba en un telegrama:

“Para: Conrado [Kurt] Sontheimer, Barcelona.

Remitente: Lina Heilbruner, Récébédou

SALIDA EL 2 DE JULIO IMPOSIBLE. RESERVA PASAJES PARA FINALES DE JULIO O PRINCIPIOS DE AGOSTO. NECESITAMOS CONFIRMACIÓN.”

 

Mientras sus padres se desgañitaban para conseguir como fuera un visado que les permitiera alcanzar la libertad, Rosl se esforzaba por mimetizarse en la ultracatólica sociedad española, dando para siempre la espalda a su identidad judía, escondiendo cualquier señal que desvelare ese pasado, no llamando la atención, acudiendo a misa los domingos, construyendo un mundo nuevo, católico y severo. Rosl vivía dos vidas, una que tenía lugar fuera de casa, donde mantenía un perfil bajo, sin levantar sospechas, de típica mujer católica, la otra vida, en la intimidad de la casa, estaba dedicada en cuerpo y alma a sacar a sus padres del cautiverio, fuera como fuera.     

 

Dory:

“La situación política mundial se iba complicando. El 22 de junio de 1941, Alemania rompió el pacto con la Unión Soviética y se produjo el primer ataque. América restringió todavía más las entradas y dificultó la emisión de los visados de salida. Los pocos visados que se expedían en el Consulado julio, Estados Unidos editó nuevas disposiciones de Marsella eran para franceses. A partir del 1 de julio, Estados Unidos editó nuevas disposiciones que ralentizaban la obtención de los papeles, y a finales de julio el Consulado americano ya no extendió más visados de inmigración. La esperanza para ir a América estaba definitivamente rota. Ante estas circunstancias volvieron las esperanzas a Cuba. Mi abuelo Max seguía luchando los visados de Marianne y los de Eduard y Lina. Mi padre, por su parte, no cejaba en el empeño de hacerles venir a España. Incluso envió una solicitud directamente al cónsul general de España en Marsella. Todo inútil. No les dejaron salir de Francia. No les dejaron entrar en América. No consiguieron el visado para Cuba. No les dejaron entrar en España. El mundo les volvía la espalda.”

El régimen franquista, a través de su cónsul en Marsella, sellaría la condena definitiva de los padres de Rosl.

Dory:

“El cónsul general de España en Marsella, Valentín Vía Ventalló, era un protector del régimen alemán. Me pregunto, ¿qué le hicieron mis abuelos? ¿Por qué no les dejó reencontrarse con sus hijos? ¿Qué mal le habían causado? El 28 de octubre, en el Consulado español de Marsella, le entregaron a mi abuela Lina un sobre firmado por don Valentín Vía Ventalló. Ella no se atrevió a abrirlo ante nadie. Tomó el sobre y salió del Consulado con un peso obstruyendo su respiración.  Buscó la sombra de algún árbol. Dos jilgueros se hablaban cantando. Abrió el sobre. Una simple palabra en el papel: DENEGADA.”

 

Aquí la carta que certificaba su condena:

“Consulado de España en Marsella

Marsella, 28 de octubre de 1941

Monsieur Eduard Heilbruner Camp des Milles

LES MILLES

Señor:

En respuesta a su carta del día 21 de octubre, le informo de que el Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid me acaba de comunicar que la autorización para permanecer en España que había solicitado, no se pue de otorgar.

Le ruego acepte mis respetuosos saludos,

EL CONSUL DE ESPAÑA.”

 

Dory:

“Las esperanzas se desvanecían. Kurt y Rosl lo habían intentado todo para que Lina y Eduard entraran en España, pero estaba claro que la vía oficial no surtía efecto. Así que dirigieron sus esfuerzos hacia otras vías. Lina había establecido contacto con republicanos españoles que estaban refugiados en Francia e intentaban ayudar a las personas que querían entrar en España. Les habían dicho que los pasaban andando a través de los Pirineos.”

 

               Existe una foto de aquellos días en la que aparecen Rosl y Kurt a lomos de dos caballos, se encuentran en los Pirineos, a pocos kilómetros de la frontera francesa, se muestran sonrientes, disfrazados de turistas, pocos saben que están ahí para liberar a los suyos. Será un desastre, otro intento fallido. Desesperados e impotentes se volverán a Barcelona. 

El 1 de febrero 1942, desde su piso de Muntaner 250, Rosl escribirá otra carta a sus padres dando respuesta a las demandas que estos les habían trasladado dos semanas antes: 

“Queridos:

Hemos recibido vuestras cartas del 11 y 18 de enero y esperamos que mientras tanto hayáis podido ir al consulado y tengáis alguna respuesta […]. De las cosas que me pides he podido hacer un paquete para ti y otro para papá. En el tuyo hay lo siguiente: un abrigo, un pijama, dos pares de zapatos bajos, un par de medias, un par de guantes, ropa interior y una blusa. Todo es ropa usada. En el paquete de papá hay: un traje negro, calzoncillos, dos pares de calcetines de lana usados. Los zapatos todavía no los tengo pero si no los he recibido hasta mañana os mandaré este paquete y luego ya recibiréis el resto. Estamos contentos de oír que has podido ir a un concierto y por lo menos te has podido distraer un par de horas que no harán cambiar la situación y por lo menos no habrás estado pensando en tu habitación y habrás tenido un poco de distracción. Si los zapatos te vienen pequeños saca la plantilla interior que siempre conseguirás algo de anchura, me sabría mal que tuvierais que pagar aduana. Dile a papa que no pague nada, que nos lo comunique. Los paquetes han salido por separado. Nos sabe mal que no nos puedas decir nada respecto a vuestra salida. Éstas son las noticias de hoy. Espero que os lleguen pronto los paquetes porque ya sé que la necesitáis. Muchos, muchos besos, Rosl.”

El 18 de febrero de 1942, Lina dará respuesta a la carta desde el Hotel Atlantique de Marsella:

“[…]Hemos recibido vuestro último paquete. Gracias por los zapatos para vuestro padre y por la ropa. No sabéis lo bien que nos va, lo que nos mandáis. Aquí no tenemos nada. Sólo tenemos dos trajes de tu padre que nos llevamos de casa y un abrigo mío, que los guardo como oro en paño, para cuando podamos venir. Del paquete de la comida, he hecho un pequeño paquete para enviárselo a los de Récébédou. Suerte también de lo que nos envías porque pasamos hambre. Todo lo que nos dan aquí, no tiene ningún alimento. Nos faltan proteínas y grasas, pero el cuerpo se acostumbra a todo. He ido al Consulado español. Los papeles que tú dices que había enviado el abogado no han llegado. A los refugiados nos ignoran totalmente. No nos hacen ningún caso y las contestaciones que nos dan parecen todas mentiras. Veo que hay que tener mucha, mucha paciencia. Pero estoy segura de que si tuviéramos la ayuda de alguna persona influyente nos entregarían los papeles. No entiendo cómo pueden poner tantas dificultades. Me dicen que desde España tienen que enviar los papeles de autorización desde el Ministerio de Asuntos Exteriores y que no pueden hacer nada. Este domingo me dejan ir a ver a vuestro padre a Les Milles. Está en la enfermería, porque no se encontraba bien. Toda esta situación se la está tomando muy mal, no la sabe asumir. […] El martes vuelvo a ir al Consulado y os diré qué me han dicho. Por hoy nada más. Vuestra madre, Lina.”

 

Dory:

“En Marsella, a Lina y Eduard empezaban a llegarles rumores de lo que estaba sucediendo y había ya listas de deportaciones. En Récébédou, la familia de Lina vivía la misma tragedia. Ocurría lo mismo, las listas de deportación ya se estaban confeccionando. Nadie sabía exactamente lo que pasaba con quienes se iban, simplemente se iban, se los tragaba la historia. Nada más. Observo con detenimiento las cartas de ese verano de 1942. Cartas de personas expuestas a las inclemencias de los tiempos que corrían impotentes. Todavía vivas, pero que con una extraña lucidez percibían la muerte muy cerca de ellos. La especulación crecía como una bandada de pájaros negros, el rumor se hacía grande, a tal grado que casi se podía palpar. En Marsella, estaban mis abuelos. En Récébédou, mi familia. Personas importantes para mí, familia. Unos de tantos, sin embargo.”

 

El 14 de agosto, Lina escribirá otra carta desde el Hotel Atlantique de Marsella:

“¡Querida Rosl! ¡Querido Conrado!

Espero hayáis recibido mis últimas cartas y os hayáis puesto en contacto con el mandatario 2.687. Lo que enviéis sobre todo que tenga remitente por si tiene que ser devuelto. Busco todavía la posibilidad de llegar a vosotros. Son sólo siete horas de distancia. Del Consulado español no me han dado ningún papel y me dicen que éstos tienen que venir desde el Ministerio de Madrid. Ahora veo además el problema de vuestro padre. No puede andar. Él me ha dicho que se quedaría aquí, que a su edad no cree que le pase nada. La nuera del señor Pascual me llevaría a través de Port Bou, Cervera, hasta Osseja. Aquí se producen escenas que te rompen el corazón. Todavía no sabemos a dónde se llevan a la gente que han deportado de aquí, pero sí que sabemos que es fuera de la línea de demarcación. Es tristísimo para toda esta gente que ya tiene una determinada edad, con todo lo que han tenido que pasar hasta ahora y todavía lo que van a tener que sufrir. Sólo puedes viajar con tres mil cuatrocientos francos.

¡Espero veros pronto!

Lina.”

 

 

Al día siguiente escribirá otra más:

“¡Mi querida Rosl! ¡Mi querido Conrado [Kurt]! En medio de esta densa atmósfera que me rodea, intento buscar unos momentos de distracción y conversar con vosotros. Espero que me comuniquéis que os han devuelto el dinero, porque para nosotros ahora ya es innecesario. Todavía estoy aquí, pero quién sabe qué nos va a pasar en los próximos días. Lo que daría por estar con vosotros. Mi único deseo era estar con mis hijos, pero parece que esto no va ser posible. Aunque consiguiera un visado español ahora ya no hay nada que hacer. El canciller no entrega ningún formulario. El espectáculo de la gente que sale desde aquí en estos vagones de mercancías es indescriptible […]. Yo confío que como tu padre estaba en la enfermería y no puede calzarse, no nos coloquen en el vagón. Dios quiera que podamos quedarnos aquí. Me sabe mal tenerte que contar todo esto cuando todavía te encuentras recuperándote. Julius está también muy preocupado. Recibí carta de él el 3 de julio. Tiene un nuevo puesto de trabajo de Radiotelecomunicación, pero ya le he dicho que no deje el anterior hasta que esté seguro. Quiere hacernos un seguro de vida. Ya le he contestado que esto ahora no tiene ningún sentido. Es una forma de gastar el dinero sin retorno. Se oyen noticias tremendas desde fuera. Sólo pienso en poder llegar a vosotros. Querida Rosl y querido Conrado. Os llevo dentro de mi corazón. Si veis que no os escribo es porque nos han trasladado y no podemos. Pero sobre todo, manteneos en contacto con Julius. Él sigue intentando conseguir el visado y quién sabe. No hay que perder la esperanza. Aquí tengo conocidos que a sus familiares se los llevaron en primavera a Polonia y no tienen noticias de ellos. ¿Habéis podido descansar? Espero que sí, ya que luego os tendréis que poner otra vez intensamente con el trabajo. Espero que podáis seguir en contacto con nosotros.

Lina.”

 

Dory:

“A los pocos días a Lina la trasladaron al Camp Les Milles junto a su marido. Allí estaba la estación de tren de donde salían los vagones que los llevarían a un destino desconocido. El 30 de agosto escribiría su última carta.”

Última carta de Lina:

“Camp Les Milles, 30 de agosto de 1942

Conrado y Rosl Sontheimer

Muntaner, 250

Barcelona

Mi querido Kurt:

Desde ayer estoy aquí con vuestro padre, ya nos han agrupado. Como no sé si dentro de unas horas o días nos trasladan de aquí, deseo felicitarte para tu cumpleaños, deseándote sobre todo salud y que Dios te compense por todos los sacrificios y toda la bondad que has demostrado hacia nosotros, y deseo que pases un día muy feliz con Rosl. Te quería y esperaba poderte dar un pequeño obsequio, pero no ha sido posible. Nunca pensé que, a nuestra edad, tendríamos que vivir esto y como la esperanza es lo último que se pierde, espero que podamos ser rescatados en el último momento. Por favor, no os preocupéis más. Con la gracia de Dios seguro que volveremos a encontrarnos.

Otra vez, muchas gracias por todo lo que habéis hecho por nosotros y miles de besos. Kurt, dales un fuerte abrazo a tus padres.

Vuestro padre quiere escribiros unas líneas.

Queridos niños:

Vuestra madre me habla continuamente de vosotros. Ya sabéis que tengo problemas de salud, que espero se solucionen.

Querido Kurt, te deseo un feliz cumpleaños con el deseo de poderos encontrar alguna vez.

Vuestro padre.

Querida Rosl:

Eduard

Debes pensar que tu madre es una histérica pero no puedes imaginarte la situación que hay aquí. Sólo desearía quedarme en Les Milles. Millones de besos a vosotros dos de todo corazón de vuestra madre.

Lina.”

 

Finalmente, el día 7 de septiembre de 1942, tras varios días hacinados en un vagón, Eduard y Lina llegarán al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Allí mismo serán asesinados impunemente. Un día antes, Kurt y Rosl les habían escrito una carta que nunca llegarían a leer:

“Querida mamá y querido papá:

Desde vuestra última carta del 30 de agosto no tenemos noticias vuestras y estamos, como puedes comprender, muy preocupados. Quiero decirte que Julius ha recibido vuestra carta del 3 de agosto, y que la misma semana él se iba a Washington para intentar conseguir un nuevo visado. O sea que es de esperar que lo consiga y debemos confiar en ello. Hemos estado hablando con un señor que conoce muy bien estos temas y nos ha dicho que si todo funciona recibiréis el visado muy pronto. Te digo todo esto para que puedas quizá comunicarlo. Hoy te mandaremos un telegrama, para que tengas conocimiento de todo. Espero que hayas recibido nuestra última carta, por hoy nada más. Un fuerte beso de nosotros dos, Conrado y Rosita.”

 

Dory:

“Dos dentro del millón y medio de ejecutados en Auschwitz. Entre ellos más de doscientos mil niños. Dos dentro de los nueve millones de personas muertas por el nacionalsocialismo. Mis abuelos maternos, Eduard y Lina, que nunca pude conocer.”

 

Sumergidos en un ambiente irrespirable, sin noticias de Lina y Eduard, temerosos de ser detenidos en cualquier momento por la policía franquista, el 10 de noviembre de 1943 los Sontheimer se cambian oficialmente el apellido, pasando a ser “Sont”. Este decía el Diario Oficial del Estado:

“Por el presente se hace constar que el Procurador con José Vía Pagés, en nombre y representación de don Conrado [Kurt] Sontheimer Winterniz, natural de Alemania, ha presentado escrito con fecha 29 de octubre úitimo, que ha correspondido a este Juzgado de Primera Instancia número 3 de Barcelona, solicitando la incoación de expediente para obtener el cambio del apellido Sontheimer por el de Sont, y que en definitiva se resuelva dicho expediente autorizándole la referida sustitución o supresión de la parte final de su apellido, fundado sustancialmente en que por tradición familiar sabía el instante que el apellido gentilicio de sus antepasados que fue únicamente Sont, hasta que a uno de ellos se le ocurrió adicionarle el heim er, y desde entonces se había venido usando el patronímico Sont-Heimner separado por un guión, que en España tiende a desaparecer por simplificación, por lo que en realidad no se trata de cambio o reforma de apellido, sino restituirlo a su primitivo estado.”

Voz de Dory:

“El 6 de junio de 1944, las tropas americanas desembarcan en Normandía. Un soldado ejerciendo las funciones de radiotelecomunicación formaba parte del comando que desembarcó en Utah Beach. Su nombre era Julius Heilbrunner. A Rosl le llegan cartas desde “un lugar de Francia” de su hermano, donde le va contando la penetración de las tropas americanas en Francia. La esperanza de ver el final de la guerra se ve próximo.”

 

Después de la IIGM / Franquismo 

 

Dory:

“Nací en Barcelona, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Tengo el recuerdo de una infancia y adolescencia feliz. Éramos un clan muy reducido, algo que me costaba entender en aquella España de familias numerosas. Cuando preguntaba el motivo, la respuesta, lacónica, siempre era la misma: «Murieron en la guerra», así, sin más.

Mis padres se preocuparon de darnos una formación cultural lo más amplia posible. A los 9 años me mandaron ya por primera vez a Alemania, a Friburgo, para pasar un mes en casa de un catedrático de Universidad que tenía 6 hijos. A partir de entonces anualmente me mandaron al extranjero para que perfeccionara el alemán, inglés o francés. 

Fui a las monjas católicas alemanas de la calle Copérnico, reconocidas por su avanzado sistema de educación en aquella España nacionalcatólica.

La relación que tenía con mis padres era diferente. Mi madre era una persona muy severa, estricta, pero al mismo tiempo muy humana. Admiraba su elegancia y su saber estar, su vestir siempre adecuado, su forma de recibir las visitas, cómo ponía la mesa, los ramos de flores. De mi padre admiraba su estabilidad, su tranquilidad y su capacidad de trabajo. Siempre intentaba rebajar las broncas que recibía de mi madre a aquella niña traviesa y movida que era yo. 

El círculo de amistades que tenían mis padres era reducido. Constaba de una serie de matrimonios españoles con los que celebraban los cumpleaños, fiestas y con los que realizaban viajes. Para mi hermano y para mí se convirtieron en nuestra segunda familia. Junto a éstos había dos matrimonios alemanes, la «Familie», con los que formaron un grupo musical. Cada sábado por la tarde tocaban música en el salón de nuestra casa. Piano, violín, flauta y violonchelo:  Mozart, Vivaldi…A parte de estos amigos, mi madre tenía una íntima amiga, Edith, casada en segundas nupcias con el Sr. Kaufmann (viuda del Sr, Mann), originaria de Berlín y, supongo, con la misma historia que escondía mi madre. Edith no tenía descendencia por lo que nosotros éramos algo más que los hijos de su íntima amiga. Recuerdo su presencia en todos los momentos importantes de mi niñez y juventud. 

Cumplíamos con las normas religiosas estipuladas por la iglesia y el régimen franquista. Íbamos a misa los domingos y a las fiestas religiosas importante. Nunca, nunca tuve la percepción de que escondieran algo, pero si la clarividencia de que, en casa, lo importante eran los valores humanos, la ética y la moral. Estaba prohibido hablar de política. A lo largo de los años, las obligaciones religiosas fueron cediendo.

A la vez que iba cargando aquella mochila invisible repleta de miedo e impotencia, mi madre seguían viviendo, aferrada con uñas y dientes a su nueva identidad. Salía con sus amigas, disfrutaba de las partidas de bridge de los miércoles, gozaba de las veladas en el Palau de la Música y el Lice, o de los encuentros en su casa, como buena anfitriona, le encantaba prepara la mesa, cocinar su platos alemanes, especialmente la repostería, marmorkuchen, pastel de manzana, etc., la vida debía continuar. Cómo olvidar nuestros veranos en la Costa Brava, en Sant feliu de Guixols, en nuestro apartamento de la Rambla Vidal.

A los 18 años, mis padres consideraron que había llegado el momento de comunicarme el origen judío de la familia, algo que a mí me relajó muchísimo al comprobar que no teníamos antepasados nazis. No entendí el porqué de aquel secretismo, ni del miedo que mostraron al concebir la posibilidad de que pudiera comunicárselo a otros. Me pidieron silencio, algo que respeté. 

Mi padre murió en 1984 de un infarto de miocardio. Desde aquel momento, mi madre comenzó a padecer un hundimiento físico y psicológico. A partir de entonces, vislumbré la carga que había llevado sobre sus hombros durante años, una carga que hablaba de una historia dolorosa de la que nunca se había desprendido y que sólo había compartido con su marido. En los últimos años de vida tuvo una serie de infartos cerebrales que la mantuvieron prácticamente en estado de coma, momento en los que los fantasmas del pasado fueron aflorando irremediablemente. Todo lo que ella sufrió, todo aquel control que había ejercido sobre su identidad judía, se desvaneció por completo, dejando vía libre a ese pasado. Recuerdo perfectamente aquellos momentos de angustia en los que, en su lengua materna, gritaba «¡Va venir la Gestapo y se nos va a llevar!».

Después de su muerte, acaecida en el año 2002, aparecieron en el altillo de su casa unas cajas precintadas que nunca antes había visto, al abrirlas entendí enseguida que el contenido de aquellas siete cajas estaba directamente relacionado con el enorme peso que había cargado durante años.

Ahora puedo entender muchas cosas: el motivo por el que mi padre pidió el cambio de su apellido, de Sontheimer a Sont, algo que yo hoy he revertido, el por qué mi madre transformó su segundo apellido de Levy a Ley, el porqué de aquel silencio y el miedo que lo envolvía todo. 

Pienso muy a menudo en ella, en la fortaleza que demostró ante la vida, en su capacidad de supervivencia y sobre todo en lo que debió suponer no haber podido salvar a sus padres, un trauma del que estoy segura, nunca se recuperó. 

Me ha dejado un legado impresionante y unas enseñanzas únicas.

Gracias, mamá. 

DEP.

NEVER AGAIN”

 

 

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