Ludmila Rutarova

Ludmila Rutarova fue una superviviente del Holocausto nacida en Praga. Pasó por Terezin, Auschwitz y Bergen-Belsen. Al término de la guerra, regresó a Praga, donde fundó su propia familia.

Her story y fotos Breve resumen Texto completo

Entrevistador

Dagmar Greslova

Año de la entrevista

2007

Lugar de la entrevista

Praga, República Checa

Table of contents

Infancia

Mi madre, Helena Weinerova, de soltera Winternitzova, nació en 1896 en Cernovice, cerca de Tabor. En 1912, las hermanas de mi madre, Ema y Marta, tenían la intención de marcharse a América. Estaban en Inglaterra, esperando la partida del barco, y mientras llegaba su hora decidieron irse a bailar. Eran jóvenes, querían divertirse, tal vez por eso, absortas por el baile, perdieron el barco. No tenían idea de lo afortunadas que habían sido, ya que su barco era el famoso Titanic. Fue el destino. Cuando sus padres se enteraron de que el Titanic se había hundido, se vinieron abajo, pero Ema y Marta les escribieron contándoles que no habían podido subirse al barco y que, por ello, habían tomado otro. Ambas se establecieron en América.

Ludmila Rutarova de niña

1921

A mi padre siempre le gustaba hablar de cómo conoció a mi madre. Viviendo en Cernovice, ella había conocido a alguien llamado Emil, habían estado saliendo juntos durante varios años y estaba claro que se iban a casar. Cuando Emil fue a pedirle a mi abuelo la mano de mi madre, estaba interesado en qué dote recibiría por casarse con su hija. Cuando mi abuelo enumeró todo lo que recibiría, Emil preguntó si también recibiría una vaca. A lo que mi abuelo contestó que no. Mi madre estaba escuchando detrás de la puerta, y cuando lo oyó, le dijo: '¿Querías una vaca? ¡Pues cásate con una vaca!’. Luego partió hacia Praga, y allí conoció al que sería mi padre, con el que se casó por despecho.

La tienda de la familia Weiner

1923

Vivíamos en Praga en la calle Na Morani, cerca del puente Palacky. Teníamos una criada, Helena, se llamaba. Mis padres tenían unos grandes almacenes donde vendían todo tipo de productos: frutas, verduras, productos horneados, mantequilla, huevos, leche, café, té, azúcar, a veces incluso pollos y gansos. Durante la época del Protectorado[1] tuvimos que cerrar la tienda y mudarnos a una habitación. Antes de eso vivíamos en un pequeño apartamento situado en el edificio donde se hallaba nuestra tienda.

Éramos básicamente una familia secularizada; no vivíamos de una manera especialmente religiosa. Incluso celebramos la Navidad cristiana, y a veces también solíamos tener un árbol navideño. No cocinamos kosher. Mi padre solo acudía a la Sinagoga de Jerusalén durante el Día del Perdón [Yom Kippur] o el Año Nuevo Judío [Rosh Hashaná], ni siquiera sé exactamente cuál de las festividades.

Ludmila Rutarova de vacaciones con amigos en Nadejkov

1940

En Praga, desde el tercer grado, asistí a la escuela pública de niñas Na Hradek en la calle Vysehradska. Luego asistí a la escuela de negocios y terminé mi último año en una escuela reformista[2]. Después de la escuela trabajé como oficinista en Tauber & Fisl, en Vysocany. Tuve que irme porque la situación política empezaba a ser desagradable: como judía, no se me permitía trabajar como oficinista. Mi hermano Pepik [Josef] quería acudir a una academia de negocios en la calle Resslova, pero la situación ya era insostenible, así que no se le permitió matricularse. Mi padre tenía miedo de que tuviera que alistarse en el ejército, así que lo enviaron a trabajar a Ringhoffer (Trata)[3] para ejercer de aprendiz de mecánico de automóviles. Después de la guerra se convirtió en el maestro más joven de la fábrica.

Terezin

Durante la guerra, cuando las cosas se pusieron aún más desagradables, mis padres me aconsejaron que no fuera a trabajar a ningún lado. De hecho, nadie me aceptaba en su oficina. Encontré un sacerdote, el padre Culik, que me bautizó y me hice católica. Con el paso del tiempo se fueron promulgando varios edictos que ordenaban a los judíos que entregaran todas sus pertenencias, básicamente, por aquel entonces no se nos permitía nada, se nos prohibía acceder a los teatros, cines, o parques, solo podíamos viajar en el vagón trasero del tranvía y, por supuesto, teníamos que llevar una estrella[4] visible en la solapa.

Mi hermano Josef partió en noviembre de 1941 en el segundo transporte que se dirigía a Terezin[5]. A partir de ese momento no tuvimos noticias de él. Yo, acompañada de mis padres, subí al tren de transporte en abril de 1942. Al principio nos alojaron en el sótano del cuartel de Kavalir, acomodados sobre un montón de paja. Mi padre permaneció allí, mientras yo y mi madre éramos trasladadas al cuartel de Hamburgo. Inicialmente vivíamos en la planta baja, donde enfermé, tuve una especie de gripe y pasaba la mayor parte del tiempo en la cama. Luego nos trasladaron al primer piso, a la habitación No. 165, compartiendo el espacio con otras cincuenta mujeres.

Terezin tenía una moneda especial, llamada 'Ghettogeld', que obteníamos al trabajar. En el gueto había un par de tiendas donde podías conseguir artículos que habían sido robados a personas que habían llegado a Terezin. También había tiendas de comestibles, pero todo lo que podías conseguir en ellas era vinagre y mostaza, muy poca cosa.

Todo el tiempo que estuve en Terezin trabajé como campesina, en el llamado 'Landwirtschaft'. Allí nos reuníamos y solíamos azadonar zanahorias, plantar remolachas, cultivar tomates, pelar habas y otras tantas cosas relacionadas con las labores del campo. En el invierno solíamos urdir esteras de paja que convertíamos en invernaderos. En Terezin conocí a Regina, una chica con la que trabajaba en el jardín del personal, donde cultivábamos pepinos y otras cosas. Solíamos robar los pepinos, pero a mí no se me daba muy bien eso de robar, era muy mala. Regina, por otro lado, era inteligente, siempre arrancaba un pepino y me decía: '¡Solo mételo en el sostén!'. Así, escondido en mi sostén, podría pasarlo de contrabando y dárselo a mis padres.

En Terezin canté para Rafael Schächter[6] en 'La novia vendida'[7], en 'El beso', en 'La canción checa' y en el 'Réquiem' de Giuseppe Verdi. Al principio ensayábamos en un sótano, donde se encontraba el piano[8]. También vi el Brundibar de Hans Krasa[9].

Auschwitz

Antes de que dejara Terezin, se estaba planeando una visita de la Cruz Roja y tuvimos que hacer lo que se llama 'Verschönerung' o embellecimiento. Terezin iba a ser decorado para engañar a la delegación de la Cruz Roja[10]. Sin embargo, cuando llegó la delegación yo ya no estaba allí. Estuve en Terezin desde abril de 1942 hasta mayo de 1944, momento en el que fui trasladada con mi hermano a Auschwitz. Mi madre y mi padre partieron en el primer transporte de mayo hacia el llamado campamento familiar[11], mientras mi hermano y yo partimos en el tercero. Cuando el tren se detuvo en Auschwitz ya había anochecido, y pudimos escucharlos bramar 'Raus, raus’. Bajamos del vagón y nos ordenaron que dejáramos todas nuestras maletas allí mismo; nos dijeron que las recuperaríamos más tarde. Por supuesto, nunca volvimos a ver nuestras pertenencias. Los polacos eran muy crueles y nos golpeaban con palos. Hicimos una fila de cinco y caminamos en dirección al campo, vimos sobre nuestras cabezas el cartel que decía: 'Arbeit macht frei' [en alemán, 'El trabajo os hará libres']. Nos acompañaba un polaco que nos dijo que, si alguno de nosotros sabía escribir bien, nos iría bien a Auschwitz.

En Auschwitz nos tatuaron, a mí me tocó el número A 4603. Había contado la cola mientras avanzaba delante a mí y me había posicionado para que la suma de mi número fuera 13. Soy supersticiosa y me dije a mí misma que si la suma de los dígitos de mi número era 13, sobreviviría a la guerra. Luego nos asignaron a los bloques correspondientes. El líder del bloque nos gritó que saliéramos, ordenando que dejáramos todo adentro. Me di cuenta de que el líder había estado hablando con una amiga mía con la que había trabajado en el 'Landwirtschaft' en Terezin, Dina Gottliebova. No tenía ni idea del estatus que tenía Dina en el campo. Me acerqué a Dina y le dije que el líder del bloque nos había ordenado que dejáramos todas nuestras cosas adentro. Dina me dijo que regresara y me llevara todo. Tenía un estatus privilegiado: Dina era la amante de 'Lagerältester' [veterano del campo] Willy, gracias al cual se salvó a sí misma y a su madre de la cámara de gas. Dina era una chica estupenda; antes de la guerra había asistido a la escuela de arte en Brno y sabía dibujar maravillosamente. Mengele la contrató para que dibujara retratos de gitanos del ‘campo gitano’ para su 'investigación'[12]. Dina también dibujó para los niños del bloque infantil. Fue por Dina Gottliebova que me enteré de que los nazis, en Auschwitz, estaban asesinando personas en las cámaras de gas. Cuando me enteré, lloré durante tres días.

Estuve en el FKL - 'Frauen-Konzentrationslager' [campo de concentración de mujeres] donde nos afeitaron todo el cuerpo, dejándonos solo el cabello. Pasamos por varias selecciones. Mientras caminábamos, Mengele, que estaba allí sentado, nos señalaba a la izquierda o a la derecha, según su parecer. Mengele necesitaba elegir a mil mujeres que debían ser destinadas al trabajo forzoso, y nos eligió a mi madre ya mí. También tuvimos que pasar un examen ginecológico para comprobar si estábamos embarazadas. Como estaba tan flaca que no había forma de que alguien pudiera pensar que estaba embarazada, evité el examen. Nos mandaron a bañarnos, en aquel momento claro que teníamos miedo de que en lugar de agua saliera gas de las duchas, pero al final fue solo agua. Tuvimos que quitarnos todo y nos dijeron que recogiéramos nuestras pertenencias después de lavarlas. ¡Pero en lugar de nuestras propias cosas, nos entregaron trapos horribles y zapatos de tacón alto! ¡Fue por eso por lo que fui a trabajar a Hamburgo con zapatos de tacón alto!

Cuando mi mamá y yo fuimos trasladadas a Hamburgo en julio de 1944, mi papá se quedó en Auschwitz porque ya tenía 65 años. Despedirme de él y de la tía Zofie fue horrible, ya sospechaba cómo terminaría todo. Mi papá me calmaba, y me dijo: 'Yo ya viví mi vida, tú tienes la tuya por delante, me alegro de que te vayas con mamá'. Mi padre no sobrevivió; entró en la cámara de gas ese mismo año, en 1944. Lo peor es que nunca creyó en que eso pudiera ser posible. Cuando supe que estaban incinerando gente allí mismo, lloré desconsoladamente, mientras mi papá me decía que no lo creyera, que eso no era posible. Supongo que el pobre tuvo que averiguarlo por las malas...

 

Trabajo forzoso en Hamburgo

Unas cincuenta mujeres iban en el vagón que se encaminaba hacia Hamburgo. Era julio, hacía un calor sofocante, y teníamos un cubo que hacía las funciones de inodoro y otro repleto de agua que servía para hidratarnos. Éramos tantas que recuerdo que por la noche no había espacio suficiente para que nos acostáramos. Recuerdo que mi mamá comió un trozo de salami y se puso terriblemente enferma.

Llegamos a Hamburgo, a un lugar llamado Freihafen. Era un antiguo granero, con una rampa y vías de tren. No sabíamos qué iba a ser de nosotros, adónde nos llevarían, nada. Desde allí nos transportarían a varias plantas como Eurotank y RTL, y para hacer labores de limpieza, básicamente donde se nos necesitase. Limpiábamos los edificios bombardeados, quitábamos la argamasa vieja de los ladrillos y la poníamos a un lado de la carretera, los ladrillos limpios se los llevaban para usarlos en la construcción de nuevos edificios. Algunas personas en Hamburgo fueron muy amables, recuerdo que una vez una mujer alemana me llamó desde un edificio para que me acercara a ella. Al principio tenía miedo de entrar al edificio, pero ella me entregó una hogaza de pan y me dijo que lo repartiera con las niñas. En otra ocasión vino una persona y cuando vio el tipo de zapatos que estábamos utilizando, trajo una carretilla llena de zapatos para que escogiéramos los más adecuados. ¡Porque en Auschwitz me dieron zapatos de tacón alto, que no eran adecuados para el trabajo!

 

Bergen-Belsen

Después de un ataque aéreo que destruyó los edificios en los que vivíamos, nos transportaron en tren a otro campo. Fue durante el viaje en tren cuando recibí la primera bofetada de una mujer de las SS. Parece ser que ella tenía muchas ganas de aprender a cantar la canción 'Prague Is Beautiful' en checo, que por alguna razón le gustaba. Me molestó la forma en la que cantaba, así que le dije algo como 'vaca estúpida', fue entonces cuando de inmediato recibí una buena bofetada. Nos llevaron hasta una estación de tren. No teníamos idea de dónde estábamos, era de noche. Al amanecer llegamos al campo. Todavía había un poco de luz, de repente vislumbré una enorme montaña oscura junto a mí. Miré con más atención y me di cuenta de que eran zapatos. Una enorme montaña de zapatos... Habíamos llegado a Bergen-Belsen[13].

Las condiciones en Bergen-Belsen eran catastróficas. Conseguir incluso un poco de comida era terriblemente difícil, los alojamientos eran atroces. No había agua, no podíamos lavarnos, los baños estaban en muy malas condiciones. Como no había baños para tanta gente, los hombres cavaban pozos profundos que hacían de letrinas, ahí veías traseros de hombres, de mujeres, y te importaba un carajo.

El campo fue liberado el 15 de abril de 1945. Tras la liberación, los ingleses distribuyeron carne de cerdo enlatada. Mi madre me lo confiscó, no permitió que comiéramos eso, sólo podíamos comer galletas y leche en polvo. Fuimos a dar una vuelta por el campo. Encontré una oficina repleta de dinero de todos los países, pero ni siquiera se me ocurrió agarrar algo, porque no sabía qué haría con él en Bergen-Belsen. Para mí, la ropa y un bocado de comida tenían más valor que el dinero. Vi tantos horrores en Bergen-Belsen...

 

De la posguerra

En julio de 1945, mi madre y yo abandonamos Bergen-Belsen. Viajamos durante varios días en tren. Cuando estábamos llegando a Moran, la gente nos miraba y nos gritaba. La Sra. Schneiderova gritó: '¡Liduska, tu máquina de escribir está en nuestra casa!'. La gente de Moran fueron muy amables con nosotros. Pepik ya estaba en Praga; había regresado de Schwarzheide en una marcha de la muerte[14]. De toda nuestra familia, solo sobrevivimos yo, mi madre, mi hermano, mi primo Inka y un primo lejano de Jindrichuv Hradec.

Después de la guerra, cuando regresé de los campos, no tenía documentos. En ese entonces escribí a la comunidad [judía] para que me enviaran una copia de mi certificado de nacimiento. Pero después de haberme bautizado en 1939, me borraron de la comunidad. Así que le escribí al sacerdote Padre Culik, de Nizebohy, quien me había bautizado antes de la guerra. Me envió todos mis registros de inmediato y me envió una carta muy hermosa, linda, decía qué estaba feliz de que había sobrevivido a la guerra.

Boda de Ludmila Rutarova

1946

En Praga conocí a mi futuro marido, Karel Rutar. La vida está llena de coincidencias, ¡Karel fue, en realidad, el primer hombre que vi en Terezin! Después de la guerra me enteré de que en el campo había sido el carpintero jefe, y que había tenido algún problema por algo que él no había provocado, pero que lo habían castigado por ser el jefe y dejarlo pasar. El soldado de las SS lo castigó haciéndolo salir de noche, en invierno, desnudo, y echándole agua fría. Luego le dio una bofetada tal que le perforó el tímpano, por lo que el resto de su vida tuvo problemas de audición en un oído. La hermana de Karel, Ela, y su madre fueron asesinadas en Auschwitz.

Karel y yo nos casamos en 1946 y me mudé con él a su casa en Vrsovice, donde vivo hasta el día de hoy. En 1947 tuvimos una hija, Iva. Al principio yo me quedaba en casa con ella, luego mi madre la cuidó durante un tiempo, cuando me vi obligada a ir a trabajar a las oficinas de la empresa Teply. Después de la guerra no estábamos en una buena situación, por lo que tuvimos que trabajar los dos, mi marido y yo. En 1949 nació nuestro hijo Josef. Encontré trabajo en Sazka, agencia de apuestas, donde trabajaba tres días a la semana, mi sueldo nos cubría al menos el alquiler. Karel trabajó para la Asociación de Leche y Grasas, el Ministerio de Industrias Alimentarias y luego para Orionka [The Orion Chocolate Co.].

Mi madre murió en 1964, en sus últimos años padeció un Alzheimer avanzado. Mi esposo murió de leucemia en 1966 a la edad de 49 años. Me quedé solo con dos niños. En 1968, mi hermano Pepik emigró con su familia a Estados Unidos, donde murió en 2005. Después de que Pepik emigrara, ya no se me permitió viajar fuera del país por negocios. Se me permitió visitar los países del bloque socialista como turista con mi pasaporte personal. No visité a mi hermano hasta que me jubilé, en 1976, y luego nuevamente en 1987. Como jubilada se me permitió ir a Estados Unidos, porque a los comunistas no les parecía mal deshacerse de los jubilados. Recuerdo que me asombró la cantidad de bienes disponibles en los Estados Unidos, entonces en Checoslovaquia no había casi nada, así que para mí fue un contraste tremendo. Pero tengo que decir que nunca me planteé emigrar.

Ludmila Rutarova en su apartamento en Praga

2007

Cuando los niños aún eran pequeños, decidí quitarme el número tatuado del antebrazo. En el verano, cuando usaba un vestido de manga corta, a menudo notaba como las personas miraban mi antebrazo y luego susurraban algo al oído. Sucedía que se volvían hacia mí y empezaban a sentirme mal, se compadecían de mí, repetían lo pobre que era, lo que debí haber sufrido durante la guerra. No quería la piedad de nadie. Cuando llegué a la sala de dermatología, la doctora me preguntó qué me pasaba. Le dije que me gustaría quitarme un tatuaje. Ella me miró con una expresión molesta y comenzó a regañarme: '¿Y por qué te hiciste un tatuaje en primer lugar? ¡Podrías haberte dado cuenta de que algún día cambiarás de opinión, y ahora todo lo que estás haciendo es darme más trabajo!' Así que le dije que no me había entusiasmado demasiado la idea de hacerme este tatuaje, y que, si hubiera tenido otra opción, definitivamente no habría dejado que me lo hicieran. Luego me subí la manga. Inmediatamente, la doctora se dio media vuelta y comenzó a disculparse profundamente, la pobre no tenía ni idea de qué tipo de tatuaje era.

Después de la guerra, visité Auschwitz con mi hijo, sólo quedaban chimeneas. De vez en cuando he participado en las conmemoraciones del Holocausto, y hasta el día de hoy asisto a los eventos organizados por la Iniciativa Terezin[15].

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  • [10] 
  • [11]El complejo de Auschwitz constaba de tres campos principales, de los cuales Auschwitz II, o Birkenau, comprendía un espacio para familias. El 8 de septiembre de 1943, 5.000 judíos fueron transportados a Birkenau desde el gueto de Terezin (Theresienstadt) y alojados en una sección especial. Mujeres, hombres y niños vivían en barracones separados, pero se les permitía moverse libremente en su interior. El campamento familiar de los judíos checos formaba parte de la propaganda nazi para el mundo exterior. Los prisioneros no estaban organizados en comandos de trabajo, se les permitía recibir paquetes y se les animaba a escribir cartas. A pesar de este trato especial, más de 1.000 personas murieron en el campamento familiar durante sus seis meses de existencia. El 9 de marzo de 1944, todos los que aún vivían en el campo fueron gaseados.
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